"Todos deberíamos tener derecho a defender una mentira"

María Albilla (SPC)
-

ENTREVISTA Rayden, o David, ha cambiado la música por la literatura, o no del todo, porque uno no se puede convertir en exmúsico. Además, el ritmo de su anterior profesión sigue muy presente en sus novelas

"Todos deberíamos tener derecho a defender una mentira" - Foto: Ana Máñez

Bienvenidos a la utopía. Bienvenidos al Reino de Belmonte. El escritor David Martínez Álvarez recupera en Votos en contra (Suma de Letras) la declaración de independencia del madrileño barrio de Cerro Belmonte en los años 90 para tejer una historia coral tan entrañable como cuajada de reivindicaciones. 

No lo tengo claro... ¿Ryden o David?

Como quieras. En la forma que tengo de escribir me ha servido muchísimo mi experiencia con la música. Para, valga la redundancia, la musicalidad de las palabras, el ritmo... pero es evidente que quiero mostrar otras facetas y de ahí que firme como David Martínez Álvarez, el nombre posiblemente con menos gancho de la historia.

Cierto es que la historia de Votos en contra tiene mucho ritmo, también el que le imprime una canción al inicio de cada capítulo.

Esto ya lo hice en mi anterior novela y lo mantendré en la siguiente. Me gusta establecer ese juego con el lector y ofrecerle al principio de cada capítulo una canción que le puede representar o dar pistas de por dónde transita el capítulo.

Al final supongo que uno siempre es músico, no hay exmúsicos...

Sí, es algo que siempre voy a tener. Voy a seguir componiendo y produciendo para otros artistas. La cabra tira al monte y el cabrito también.

Qué gran historia la de Cerro Belmonte, que es verdad verdadera: en los 90 se independizó de España durante una semana para frenar al Ayuntamiento de Madrid.

Fue quizá la última gran victoria vecinal, de las últimas veces que David ha ganado a Goliat. Es curioso cómo la memoria histórica siempre se empeña en olvidar los mejores ejemplos. No sé si se hace por voluntad o porque no interesa recordar las historias que nos cuentan de que no todo vale, que con la lucha colectiva se puede cambiar la cara de la moneda. 

Pero es que... tal y cómo está el panorama cómo no nos va a gustar una historia en la que el pez pequeño se come al grande...

Sí, sí. Aquí estamos en los años 90 y la Alcaldía quería expropiar a todo un barrio a cambio de una miseria por metro cuadrado para vender luego el terreno a precio de oro. Cuando se enteraron, lo pelearon hasta que el Ayuntamiento se sentó a negociar. Lo pena es que esto se vea utópico o asociado a la ficción.

¿Se podría hacer ahora algo así o estamos demasiado resignados?

Al poco de salir el libro se dio una situación similar en el barrio madrileño de Lavapiés, donde un fondo buitre se quiere hacer con un bloque y quiere echar a las familias y se está manifestando todo el barrio. No veo posible que Lavapiés eche el órdago de querer irse de España, pero el pasado siempre se repite de una manera u otra. 

La palabra  independencia está tan presente que igual alguien opta por su propia declaración unilateral.

La diferencia radica en que la sociedad actual es la más individualista. Es curioso que si vemos y amamos y honramos la independencia de las personas somos capaces colectivizarnos, de hacer un conjunto de personas independientes, pero si solo vivimos por y para nuestra individualidad, despojamos de todo tipo de identidad a la persona que tenemos en frente. En esta época me parece imposible que pueda pasar esto porque cada cual mira su ombligo.

Le dedica esta novela a su abuelo, ¿por qué? ¿Qué significó para usted?

Para mí es como una carta de amor a mi abuelo. Bueno, no. Es una carta de amor a mi abuelo. Los padres son los primeros amores que tienes, pero es un amor vertical, y creo que las primeras relaciones horizontales son con los abuelos. A lo que mal llaman consentir me parece que es permitir. Y creo que son las primeras relaciones que te permiten ser en esencia. Yo tenía una gran herida que era que cuando mi abuelo murió no me atreví a entrar en el tanatorio a despedirme de él y eso me acompañaba. No sabía que me había dejado tanta cicatriz, pero al escribir he descubierto ciertas cosas... y por eso creo que esto ha sido una carta de amor a él. 

Pienso que esta es una novela sobre gente buena... Lo es Lea, Oliver... Lo son Inocencio y Estrella...

Creo que, quitando psicópatas y narcisistas crónicos, pienso que la mayor parte del mundo son personas buenas, que hacen el mal desde una  inseguridad deforme, cronificada y que pasan por ella por cobardía. 

¿La literatura es un buen medio para la protesta?

Sí, al igual que lo era la canción. Doy un giro. Cuando María Peláe fue seleccionada para participar en el Bernidorm Fest, ella dijo, 'ya que te van a escuchar, di algo'. Pues eso... 

Lea alimenta una vida de mentira, la de Ino, que piensa que está viviendo todavía en el Reino de Belmonte. Aunque lo hace por una buena causa... ¿Las mentiras piadosas son menos mentira?

Todos deberíamos tener derecho a defender una mentira favorita con uñas y dientes. No vale cambiar. Tiene que ser una favorita y si creemos en ella -siempre que no coarte la libertad de otro o le haga daño- confiar plenamente en ella, pese a que los demás nos digan que estamos en un error. 

¿Independientemente de que sea piadosa o de verdad?

Una mentira de verdad es un oxímoron... Es curioso este tema porque una verdad tiene que ser 100 por 100 verdad para que lo sea porque un cuarto de verdad es una mentira; una media verdad, mentira; tres cuartos de verdad, cagón que miente. Pero si estableces una mentira y tienes fe en ella, se convierte en verdad. Todas las patrias son mentiras que han arraigado, han tirado líneas y se han quedado con la tierra.

Edadismo, fondos buitre, la no maternidad por elección, la deshumanización de las ciudades... ¡No has dejado nada en el tintero!

Hay temas que me tocan más. Como el que afecta a Lea, que trabajando en una clínica de fertilidad y rompe con su pareja porque no quiere ser madre. Creo que refleja cómo se ve hoy en día a la mujer en la sociedad. Se las ve como comerciales de una clínica de fertilidad, independientemente de sus deseos o aspiraciones. Parece que no se completan porque no quieren ser madres.