Aquello que se guarda bajo llave espera no ser descubierto, pero ni siquiera el ritual secreto del Cónclave logra conservar intacto el halo de misterio. Prueba de ello es que ayer ya circulaban los rumores, algunos con fuerza de hipótesis, sobre lo ocurrido en un proceso de elección de León XIV, que cumplió estrictamente el famoso dicho romano: quien entra Papa, sale cardenal.
Si bien eran varios los nombres que copaban las quinielas, hubo uno que destacó por encima de todos: el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin. Al parecer, el claro favorito recibió un notable respaldo en la primera jornada de votaciones, pero, a partir del tercer escrutinio, en el segundo día, empezó a despuntar el discreto jefe de los Obispos del mundo, Robert Prevost. Según la prensa italiana, la comida previa a la cuarta y definitiva votación fue un momento clave, ya que Parolin decidió emular al Papa Francisco en su primer Cónclave y dio un paso atrás para que sus apoyos se dirigieran al cardenal norteamericano. A ello, se unió el respaldo de los purpurados del sur del mundo, hecho que finalmente habría decantado la balanza en favor del nuevo Pontífice.
Según la teoría del medio Il Messaggero, Parolin tomó su determinación tras haberse sentido «traicionado por los prelados italianos».
En la misma línea Il Corriere della Sera apuntó que el secretario de Estado del Vaticano llevaba «ventaja» en el primer escrutinio, pero que «en pocas horas» las votaciones dieron la vuelta, inclinándose hacia el estadounidense, mientras que La Repubblica indicó que los votos «transversales» y el «sí de los bergoglianos moderados» provocaron la «derrota de los italianos».
Por su parte, La Stampa afirmó que, mientras «la Iglesia italiana perdió», al estar «dividida en demasiados candidatos», Prevost venció «impulsado por los estadounidenses y los cardenales del Sur», una hipótesis compartida por Il Giornale, que alegó que Parolin se quedó sin los votos de África y Asia, mientras que León XIV contó con el activismo del cardenal arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, al que señala como «verdadero hacedor de reyes». Concretamente, apuntó que el secretario de Estado entró con un paquete de 40-50 votos y durante la primera votación ya se descubrió que Prevost había captado muchos votos ocultos.
«Resultado magistral»
Más allá de las hipótesis y rumores, ayer se conoció el testimonio de uno de los cardenales electores, el arzobispo de Argel, Jean-Paul Vesco, que aseguró que Prevost cosechó un «resultado magistral», al tiempo que destacó la rapidez con la que fue elegido como líder de la Iglesia.
«Tenemos un muy buen Papa; estoy muy, muy feliz, como todo el colegio cardenalicio. Hubo una inmensa unanimidad, una inmensa alegría. Tiene detrás a todo el colegio cardenalicio», proclamó Vesco en una entrevista ayer por el diario francés Le Figaro. El arzobispo de la capital argelina apuntó que el proceso «fue más rápido de lo que se pueden imaginar».
«Durante las congregaciones generales, se expresó la diferencia, y luego muy rápido llegó el tiempo de la unidad; fuimos unánimes, no estaba ganado de antemano», aseveró el cardenal galo.
Vesco quiso desmentir la extendida idea de que el Cónclave consiste en una lucha de poder, marcada por las alianzas. «No hay política. La noche de la elección todo el mundo estaba bien. En política siempre hay un ganador y un perdedor. Aquí no. Todo el mundo está feliz. Todo el mundo está con él», explicó el purpurado, antes de destacar que León XIV «es un hombre que tiene un capital de experiencia absolutamente colosal» y «sabe trabajar en equipo».
Según el testimonio del prelado francés, Prevost logró superar con holgura el umbral de los dos tercios de los votos necesarios para ser elegido, e independientemente de las teorías sobre lo que ocurrió en este proceso, León XIV ya tiene en sus manos las riendas del Vaticano.