Por estas fechas comienza la nueva campaña de patata nacional. Mientras en el norte de la Península apenas se están sembrando, en algunas zonas de Murcia y Andalucía arranca la recolección de la patata temprana, un producto de gran calidad que, de hecho, es también muy apreciado en países como Alemania y Francia. El Comité de patata de FEPEX (Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas), compuesto por responsables de la producción y la comercialización de las principales zonas de cultivo, prevé una buena campaña para este año, con volúmenes similares a los de 2024.
Las lluvias han afectado a las principales zonas de cultivo mermando en algunos casos los rendimientos, pero no se espera reducción de la producción, manteniéndose volúmenes similares a los del año pasado, según el presidente del Comité de Patata de FEPEX, Alfonso Sáenz de Cámara. En el caso de Castilla y León, más que afectación de cultivos por la precipitaciones se produjo un retraso en las siembras, pero no se espera bajada de producción; y en el caso de Andalucía, las lluvias han provocado menores cosechas por hectárea, pero ha habido un incremento de la superficie cultivada, alrededor de un 10%, de forma que la producción final de esta comunidad autónoma también será similar a la del año pasado.
Pero pese a estas buenas perspectivas, COAG ve nubarrones en el horizonte y denuncia que mientras la patata nueva española empieza a salir del campo con toda su frescura y calidad, las grandes cadenas de distribución siguen inundando los lineales con patatas importadas de Israel y Egipto (80.000 toneladas más en 2024 que en 2023). «Una estrategia calculada para retrasar la compra del producto nacional, saturar el mercado y forzar a la baja los precios en origen. El resultado: el consumidor se ve obligado a hacer la típica tortilla de patata con materia prima de Oriente Medio, mientras la producción autóctona de calidad está en las sacas. No es razonable encontrar en una superficie comercial del Campo de Cartagena, con 10.000 hectáreas sembradas, patatas originarias de Israel», ha lamentado el responsable de patata de COAG, Alberto Duque.
Desde las principales zonas productoras de patata nueva nacional (Sevilla, Málaga y Campo de Cartagena) se confirma que en estos momentos la oferta ya es suficiente para abastecer de forma estable la demanda de las principales cadenas de distribución. «No entendemos que se arrincone a la patata autóctona en los lineales, con sello de calidad y estándares UE, frente a las importaciones de terceros países. Además, a todo ello se une la presencia generalizada de patatas de conservación de Francia, que llevan recogidas desde noviembre y ya han perdido gran parte de sus cualidades organolépticas tras su almacenamiento en cámaras frigoríficas. Pedimos a los consumidores que se fijen en el etiquetado y exijan a los supermercados patata nueva de aquí. Es garantía de frescura, seguridad alimentaria y desarrollo económico y social de nuestros pueblos», ha subrayado Vicente Carrión, presidente de COAG en el Campo de Cartagena.
COAG advierte que esta estrategia pone en peligro 4,2 millones de jornales en el medio rural, al tiempo que lanza a la atmósfera 3.376 toneladas adicionales de CO2 por el transporte internacional, el equivalente a las emisiones de 10.683 vuelos ida y vuelta por persona de la ruta Madrid-París.
«Son infundadas».
Los supermercados descartan estas acusaciones y fuentes del sector de la distribución han señalado que las acusaciones son «infundadas» y obedecen más al «difícil» inicio de la campaña. Han explicado que la temporada de patata nueva en Andalucía ha comenzado con retraso respecto a años anteriores y con una menor producción debido a las lluvias persistentes de los últimos meses que, en algunas zonas, ha provocado daños hasta en el 25% de la superficie.
El responsable del sector de patata de Asociafruit, Marco Antonio Román, ha sido muy crítico con las informaciones lanzadas por COAG solo con el propósito de «hacer daño a la distribución» y fruto de la «falta de conocimiento de cómo funciona y se organiza el sector». Ha explicado que ahora no hay patata nueva española porque su cosecha, que se generalizará sobre el 10 de mayo, se ha retrasado por las lluvias en Andalucía y ha afirmado que su distribución está garantizada cuando empiece a haber volúmenes suficientes.
Menos producto fresco.
El Comité de FEPEX mostró su preocupación por el descenso del consumo de patata en fresco. Según las últimas estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación correspondientes al periodo de enero a noviembre de 2024, la demanda en hogares de patata procesada se mantiene estable y la de congelada es creciente, mientras que la destinada a fresco decrece. El consumo de patata procesada se situó en 59.600 toneladas y la congelada se situó en 51.900 toneladas, lo que supuso un incremento interanual del 11%. Por su parte, el consumo de patata para consumo en fresco se situó en 762.100 toneladas, un 3% menos que en el mismo periodo de 2023 y un 11% por debajo de la media de los cinco periodos anteriores.