Las desigualdades sociales siguen creciendo y las crisis sanitarias y económicas de los últimos años han abierto la brecha aún más. El incremento de los precios, la más difícil accesibilidad al mercado de la vivienda, la congelación de los salarios o el desempleo castiga a los hogares, y como consecuencia, son más las personas que se ven empujadas a vivir en la calle.
Una imagen que se ve a tan solo unos metros del centro de Pamplona, en la zona de las huertas de Aranzadi, donde conviven hacinadas alrededor de 50 personas, la mayoría de ellas migrantes magrebís. Un equipo de Navarra Televisión ha sido testigo de cómo viven entre ratas y suciedad. Formación no le falta a Yunus, ha ido a la Universidad y ahora se ve durmiendo en la calle: "Hablo francés perfectamente, voy a aprender euskera, he estudiado económicas y electromecánica", cuenta.
Con la llegada del frío y del invierno, cuentan que su situación no mejorará, ya que únicamente pueden pasar tres noches en los albergues si llevan menos de un año y no están empadronados en Pamplona.
Vivir en la calle, entre ratas, suciedad y peleasIsham llegó andando desde Turquía hace 9 meses, pide dejar de ser invisible para las instituciones: "Pasé todo el invierno aquí y es muy duro", dice. La mayoría busca trabajo, aunque su situación irregular y el idioma frena todas sus aspiraciones. Comparten techo con alrededor de 50 personas en un lugar en el que las ratas y las peleas son su día a día.