En los rincones más inesperados del mundo se gestan historias de transformación que encienden la chispa de la inspiración, relatos como el de Laurence Nicoud, una periodista de 42 años cuyo viaje hacia la realización personal la llevó desde la redacción de un periódico hasta la cocina de un barco para propiciar una alimentación sana y sostenible.
Nicoud se vinculó en 2017 a la organización ecologista Greenpeace y llegó a aguas ecuatorianas en el barco Arctic Sunrise, que en el pasado mes de marzo participó en una expedición científica en el archipiélago de Galápagos para documentar la riqueza submarina e impulsar la ratificación del Tratado Global de los Océanos, suscrito en 2023.
Hasta el momento sólo Chile y Palau lo han rubricado, y se requiere la firma de al menos 60 países.
«Cuando me embarqué la primera vez, pensé que sería solo por tres meses», afirmó quien cultiva su pasión por la gastronomía orgánica, tras alejarse del agitado mundo de la comunicación.
De nacionalidad francesa, esta periodista y ahora chef -quien también ha estado en expediciones del Arctic Sunrise en la Antártica-, comenta que trata de usar principalmente productos orgánicos de los países donde el barco toca tierra, y da prioridad a la comida vegetariana, aunque también prepara pescado o carne alguna vez por semana.
Desde su punto de vista, todo está vinculado en el planeta y es imperativo hacer algo ante «el desastre ecologista que hay ahora», por lo que decidió aportar, a través de la alimentación, pues como recuerda «somos lo que comemos».
«Si continuamos alimentándonos de los productos que vienen del supermercado, que proceden de la agroindustria, no cambiaremos nada y por eso compro productos locales, orgánicos», señala.
Así, Nicoud renueva recetas en el barco para conquistar el paladar de cerca de 40 personas de una veintena de países, que no necesariamente son vegetarianas, y que aprecian sobremanera sus potajes, como se hace evidente cada día en el comedor del Arctic Sunrise.
Gran aceptación tuvo, por ejemplo, la veggy burger, una hamburguesa hecha de remolacha, frijol, pimentón ahumado, copos de avena, cebolla, ajo y quinoa; o el aguacate frito empanizado con sésamo y semillas de nigella; o la berenjena al vapor con aderezo de crema de coco, cacahuete y salsa de soja.
La idea es constatar «que la alimentación que tenemos aquí (en el barco) puede funcionar para nosotros y el planeta», subraya.
«Con sentido»
Tras su expedición en Ecuador, el Arctic Sunrise emprendió viaje a aguas colombianas para seguir con investigaciones y allí esta francesa volverá a abastecerse de productos locales hasta el siguiente puerto, y así hasta terminar los tres meses de travesía.
Al desembarcar volverá al pequeño barco en el que vive en su país natal, para continuar con un proyecto sobre alimentación sana. «Lo que amo es hacer comida para otros tratando de que comprendan que podemos alimentarnos de una manera que se corresponda con el respeto al planeta», insiste quien trabajó seis años como periodista.
Sin embargo, a medida que los años pasaban, empezó a sentir un deseo ardiente de conectar de manera más profunda con la naturaleza y de contribuir de forma tangible a la preservación del medio ambiente. De este modo, optó por leer sobre gastronomía, estudiar, vincularse con ese medio y volcarse a una «cocina con sentido».
Esencia del reportero
Aunque dejó la comunicación por cocinar, Nicoud asegura que en su cabeza «siempre es periodista», por lo que desde hace unos ocho años envía a sus amigos y conocidos correos para compartir sus experiencias.
Pero sobre todo les explica al detalle los platos que prepara, los beneficios que tienen y los ingredientes que usa, a fin de demostrar que se puede avanzar en una alimentación que no esté reñida con la protección del ambiente.
Enamorada del mar, comenta que también estudió prehistoria en la universidad, pues «las cuestiones medioambientales están íntimamente ligadas al pasado y a cómo antes éramos capaces de vivir en (buena) relación con la naturaleza».
En su convicción por el cuidado del medio ambiente, esta chef del mar no usa teléfono móvil inteligente pues, como sostiene, «la gente está completamente manipulada por los terminales» de ese tipo, en los que predominan las imágenes.
Se comunica con sus familiares, amigos y conocidos a través de un móvil antiguo o del teléfono satelital del barco, pero sobre todo, por medio de los emails, porque «escribir es describir», asevera aferrada, con una determinación inquebrantable, a su sueño de impulsar una alimentación sana y sostenible.
Por todo ello, desde las aguas del océano Pacífico hasta los sabores frescos de sus platos orgánicos, su historia es un poderoso recordatorio de la capacidad humana para reinventarse y encontrar significado en los lugares más inesperados.