Nadie hubiese imaginado que mezclar a Sigmar Polke con Francisco de Goya pudiera dar resultados sorprendentes. Tal es lo extraordinario de estos dos artistas separados por dos siglos de diferencia que ambos vivieron épocas en las que el mundo se derrumbaba a su alrededor. Polke (Oels, Baja Silesia, 1941- Colonia, Alemania, 2010) ) vivió la histórica caída del Muro de Berlín, mientras que Goya (Fuendetodos, 1746?-Burdeos, 1828) sufrió la invasión napoleónica.
Ahora, el Museo del Prado fusiona a los dos pintores y presenta la primera exposición del centroeuropeo en Madrid, un recorrido por los diferentes estilos del artista contemporáneo caracterizados por la densidad y la memoria, y fuertemente influenciado por el autor aragonés.
Comisariada por Gloria Moure, Sigmar Polke Afinidades desveladas, que puede visitarse hasta el próximo 16 de marzo, muestra 40 piezas que reflejan la impronta de los dos artistas, conectados por su enfoque «disruptivo y visionario».
«El concepto de la caída de un mundo establecido y el inicio de otro une mucho a Polke con Goya, porque Goya también fue un personaje en un mundo en el que se caían los conceptos establecidos, hay una afinidad entre dos situaciones de dos grandes artistas en épocas diferentes», afirma la hija del creador germano. Polke vivió tanto en la Alemania Oriental como Occidental, y fue testigo de cómo cambiaba la sociedad tras la caída del Muro de Berlín.
Esta exposición reúne pinturas, fotografías y dibujos de Polke, junto al cuadro El tiempo y las viejas (1810-12), de Goya, perteneciente al Museo de Lille, que se presenta por primera vez en España junto a su radiografía, una imagen que desvela composiciones que atrajeron de manera especial a Polke, obras que se encuentran justo al principio del recorrido.
Según detalla la comisaria, este descubrimiento le animó a experimentar nuevas búsquedas artísticas y fue una fuente de inspiración para profundizar en sus propios intereses. Se trata de una imagen con rayos X que revela figuras de las viejas y del tiempo plasmadas en una tela, que a su vez forma parte del cuadro, pero que muchas son imperceptibles.
En la parte superior izquierda de la radiografía del óleo de Goya se identifica una resurrección de Cristo, que no se aprecia bien en el original, solo una ligera figura, y otros elementos que no se alcanzan a ver, como un paisaje en la parte derecha de abajo u otra mujer diferente a las dos que acaparan el cuadro. Este hallazgo marcaría la obra de Polke, que se caracteriza por plasmar figuras fantasmagóricas, calaveras, diferentes capas y densidades, la sobra de Saturno o utilizar la firma de Goya como elemento artístico.
La exposición no se desarrolla de un modo cronológico, sino a través de conceptos que trascienden el tiempo entrecruzando diferentes técnicas, todo ello con el trasfondo de un cambio cultural y político de finales del siglo XX que Polke experimentó.