25 años de la era Putin

Agencias
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El jefe del Kremlin cumple hoy un cuarto de siglo de poder con una guerra abierta en Ucrania, sus enemigos 'borrados' y la relación con Occidente maltrecha

25 años de la era Putin - Foto: ALEXANDER ZEMLIANICHENKO / POOL

«Nos hemos alejado del borde del precipicio», aseguró Vladimir Putin en alusión a la situación en la que se encontraba Rusia cuando Boris Yeltsin le cedió el poder un 31 de diciembre de 1999. 

Reelegido el pasado marzo por otro mandato de seis años, el jefe del Kremlin cumple hoy 25 años de poder absoluto en los que ha eliminado a sus enemigos, declarado varias guerras y anexionado algunos territorios. Y quiere pasar a los anales como el hombre que devolvió el orgullo a su pueblo, humillado tras la caída de la URSS en 1991. El coste de la victoria en Ucrania será la vara de medir de la fina línea que separa el éxito del fracaso.

Si en sus inicios se dejaba aconsejar, Putin instauró desde 2012 un régimen personalista en el que tiene la última palabra. Las decisiones colegiadas en tiempos soviéticos se han sustituido por un Consejo de Seguridad en el que no cabe el disenso. El partido del Kremlin y el Parlamento son meros comparsas.

Esta situación se acentuó durante la pandemia del coronavirus. Encerrado con los mapas de la Rusia imperial en su búnker, únicamente unos pocos asesores podían recibir audiencia. El resultado fue la primera invasión de un país europeo desde la Segunda Guerra Mundial.

La apresurada retirada estadounidense de Afganistán demostró a ojos de Putin que Occidente había alcanzado su punto más bajo. El regreso de los talibanes le convenció de que ni Washington ni los europeos intervendrían militarmente en Ucrania, pero se equivocó. También se creyó los erróneos informes de sus servicios de Inteligencia de que Kiev caería en tres días, ya que el presidente, Volodimir Zelenski, huiría con el primer disparo.

Al jefe del Kremlin le gusta decir que el frente no solo pasa por el país vecino, sino también por la cultura, la educación, la economía y la tecnología rusas. Y es que, con la ayuda de sus colegas del antiguo KGB, también ha declarado la guerra a parte de su pueblo: a opositores como Navalni; escritores como Akunin; o artistas y activistas no suficientemente patrióticos.

No obstante, lo ocurrido a principios de mes en Siria ha demostrado que todos los regímenes tienen los pies de barro. De hecho, el exilio en Rusia de Bashar al Assad es una confirmación de la derrota de la visión geopolítica de Putin, incapaz de combatir en dos frentes a la vez.

La guerra relámpago en Ucrania se ha convertido en una sangría de hombres y recursos, que ha puesto de manifiesto que Moscú está lastrado por la corrupción en las filas del generalato. El jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, lo entendió e intentó darle un vuelco a la situación con una sublevación armada, que despertó del letargo a muchos, pero le costó la vida.