El repetido robo de un Banksy

Raúl Bobé (EFE)
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Unos encapuchados sustraen en menos de una hora una obra del enigmático autor

El momento del hurto - Foto: Raúl Bobé

Como si de un caramelo a la puerta de un colegio se tratase, una de las cuatro obras que en los últimos días ha realizado el artista británico Banksy en Londres fue sustraída en cuestión de minutos. Y no es la única en la historia de este grafitero que ha sido robada.

El autor colgó a la una de la tarde de ayer una imagen en su Instagram en la anunciaba su nueva creación, un lobo aullando en una antena parabólica colocada sobre un tejado de la ciudad del Támesis, una pieza que no duró ni una hora en pie antes de que se la llevasen.

Instantáneamente, los vecinos del barrio de Peckham, al sureste de la capital, habían identificado la localización de la doble fotografía, una de noche y otra de día, como un local de Rye Lane, una de las avenidas principales, y se acercaron a presenciar la obra en persona tan solo unos minutos después del anuncio en redes sociales, sin saber que iban a ser los pocos afortunados en llegar a verla con sus propios ojos.

Otra pintura con dos elefantesOtra pintura con dos elefantes - Foto: Mina KimEl olor a pintura en espray todavía impregnaba el ambiente cuando los primeros curiosos, como José Torres, asturiano afincado en Londres, comenzaron a peregrinar hasta el lugar elegido por Banksy para colocar su creación.

«Es cuestión de tiempo que la roben, ahí no va a durar ni un día», comentó otro joven que recordó que la última vez que el artista había intervenido en Peckham, en diciembre de 2023, su obra, una señal de STOP con aviones militares en referencia a parar las guerras, también fue sustraída a las pocas horas.

El vaticinio se materializó de forma casi inmediata cuando, a las 13,47, un grupo de encapuchados llegaron corriendo con una escalera metálica, la colocaron sobre la pared del local y uno de ellos trepó hasta el tejado con el objetivo de llevarse la antena parabólica que contenía la pintura de Banksy ante la atónita mirada de los escasos viandantes.

A nadie le sorprendió que se fuesen a llevar la obra, y tampoco nadie hizo nada para detener al joven con pasamontañas que consiguió arrancar la parabólica y, con la ayuda de sus compinches, en 30 segundos bajar la pieza del lobo y huir corriendo con ella por la avenida. Simplemente, era un robo anunciado y, 47 minutos después, ya se había cometido.

Desde comienzos de semana el grafitero tiene en vilo a todos los londinenses con sus obras, después de desvelar durante cuatro días consecutivos cuatro nuevas pinturas -contando con esta última- en diferentes localizaciones de la capital británica, todas ellas protagonizadas por animales, en una colección que algunos ya han bautizado como El zoo de Londres y que no se sabe cuántas piezas más contendrá.

Esta nueva serie animal comenzó el pasado lunes con la pintura de una cabra montesa al borde de un precipicio con una cámara de vigilancia apuntándola y continuó con dos elefantes mirándose entre sí a través de dos ventanas tapiadas, tres monos colgando de un puente de una estación de metro y, ahora, con este lobo que, lamentablemente, ya no podrá aullar más al cielo de Londres.