Burguillos es un pueblo sevillano de unos 6.600 habitantes que lleva tiempo en vilo desde que se supo que un fondo buitre estadounidense ha comprado la deuda del ayuntamiento, 27 millones de euros, y ha reclamado a un juzgado el embargo de todos sus bienes, lo que ha obligado al Consistorio a buscar dinero contra reloj para salvar su patrimonio.
Todo el mundo en esta localidad situada a media hora de la capital hispalense habla del tema, pero es una tarea casi imposible conseguir que algún vecino lo haga públicamente, ya que es un asunto que está polarizando al pueblo e incluso ha llegado a causar enfrentamientos.
El alcalde, Domingo Delgado (PP), intenta centrarse en solventar la situación, pero no duda en señalar la «nefasta gestión del PSOE», que llevó a la cárcel al exregidor socialista José Juan López. Pero como en política siempre hay opiniones para todos los gustos, algunos vecinos culpan al actual intendente municipal de lo que está pasando, pero sin contarlo una vez que se enciende la grabadora.
La amenaza del embargo se arrastraba desde hace meses, pero ahora tiene el matiz de que es un fondo buitre el que reclama el dinero porque ha comprado lo que se denomina «deuda incobrable» de uno o varios bancos, que no han sido capaces de cobrar en tiempo y forma la cantidad inicial de 13,5 millones de euros, que asciende a 27 por los intereses de demora generados.
El grupo financiero presentó una demanda de ejecución para que un juzgado de lo Mercantil de Sevilla ordene el embargo de bienes del municipio, que podría afectar a todo el patrimonio tangible o no tangible a nombre del ayuntamiento, incluidos saldos, activos bancarios y subvenciones de otras administraciones, tierras o locales.
La deuda tiene su origen, entre otros organismos, por la sociedad municipal Burguillos Natural. No es algo raro que las entidades, cuando ven que un cliente no paga sus deudas a pesar de los embargos, oferten esa deuda a fondos buitre, siempre a la baja, de modo que los 27 millones del ayuntamiento fueron comprados por siete por la empresa de origen estadounidense KSAC Europe Investments.
Desde el momento en que una firma se hace con una deuda, la ley le ampara para intentar venderla al insolvente con el límite de la cantidad final (27 millones), pero esa misma ley ampara al consistorio a reclamar el «derecho de retracto», que contempla que se puede liquidar si se paga al grupo financiero una cantidad superior de lo que ha abonado.
De este modo, esta cuestión podría llegar a zanjarse por 7,5 millones. Si fuera así, el banco recupera siete que no habría cobrado, el fondo gana medio millón y el asunto termina.
Normalmente, este tipo de entidades esconden al deudor la cantidad que han pagado, para así negociar sin que se aplique ese derecho de retracto, pero el Ayuntamiento de Burguillos sí tiene esa información y cuenta con esa ventaja. Ahora mismo la negociación está en 13,5 millones, es decir, el capital sin los intereses de demora.
No hay precedentes
En España no hay precedentes en sus 9.000 municipios de algo así. Fuentes de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias y de la FEMP indican que no conocen nada parecido y les produce «extrañeza» que se haya llegado a originar esta situación.
Intentando abstraerse de todo el ruido del asunto, el alcalde explica que el tema le está afectando a su salud, que duerme poco o nada, y que se están dando pequeños pasos, como «intentar llegar a un acuerdo de una quita importante».
Para él es imprescindible «evitar que el patrimonio de Burguillos vaya a manos ajenas a este pueblo» y subraya que el fondo buitre lo que quiere es dinero porque a una oficina en Nueva York le interesa poco tener unas tierras en mitad de la provincia de Sevilla. Pero esos terrenos «son los de nuestros abuelos, y las queremos conservar», enfatiza el regidor.
El intendente municipal ha acudido a todas las administraciones para pedir ayuda, y sostiene que no pide «que nadie nos regale nada». «Lo que estamos solicitando es que nos den la posibilidad de un préstamo a pagar, evidentemente en más de 10 años», y terminar con la «preocupación grande» que hay en el pueblo, concluye.