Quizás es exagerada esa corriente de opinión que se asoma por las redes y que señala a Carlo Ancelotti como un tipo que contempla la antigüedad o jerarquía de un futbolista como argumentos válidos para confeccionar su alineación. Una especie de «no esperen a los más jóvenes, que no aparecerán». Llegada la hora de la verdad, muchos entrenadores prefieren tirar de experiencia y no arriesgar con advenedizos por muy prometedores que sean.
Por comparación, duele en cierta parte del madridismo la alegría (forzada por la situación económica, seguro) con la que el Barça se atreve a abrir la puerta a los más jóvenes. Y es un dolor contenido pero amargo porque los ecos del 0-4 están muy recientes y allí los azulgrana salieron de inicio con seis sub'21 (Cubarsí, Balde, Casadó, Pedri, Fermín y Lamine Yamal), también compareció Gavi… mientras las dos perlas más prometedoras de la plantilla blanca, Endrick y Arda Güler, se quedaban inéditos en el banquillo. Es más: en los últimos cinco partidos del Madrid, solo han jugado un cuarto de hora ante Osasuna (cuando el marcador ya era de 4-0). Y el turco, un minuto más, cuando salió en el 94 ante el Dortmund en la Champions.
Y así como el caso del brasileño es menos llamativo porque se trata de su primera temporada (el período de adaptación a los 18 años es más complejo) y porque la competencia es feroz arriba tras el fichaje de Mbappé, el del turco llama poderosamente la atención: desde que fichó por el Real Madrid en julio de 2023, ha disputado más minutos con su selección (931) que con el club merengue (744).
Tras el último partido de Turquía (derrota por 3-1 ante Montenegro), seleccionador y analistas salieron a dar muchas explicaciones sobre el pequeño mago de Ankara. «Sacarle del campo es muy difícil, porque es un genio, pero hace mucho tiempo que no juega con continuidad. Creía que no podía físicamente», comentaba Vincenzo Montella, técnico del equipo nacional. Y más contundente fue Denizli, mito del fútbol otomano metido hoy a crítico en los medios: «Arda no está igual que cuando se fue a Madrid. Allí no es feliz».
Si la felicidad de un 'niño' se mide en el tiempo que pasa jugando, Güler suma 307 minutos en 12 partidos (ni 26 por partido) y su aportación es 'cero' en goles o asistencias. El ídolo del fútbol turco solo supera en minutos disputados a Brahim (254, y eso que ha estado un mes de baja por lesión), Endrick (122 en 10 partidos, aunque le ha dado tiempo a sumar dos goles y una asistencia), Ceballos (108) y Vallejo (10).
¿Otro Odegaard?
La presunta infelicidad del turco evoca el 'caso Odegaard', el genio precoz que el Real Madrid fichó a los 16 años… para que terminase jugando apenas 11 choques de blanco sin pena ni gloria. El noruego aterrizó en Madrid en 2015 y, tras foguearse en el Castilla, combinó cesiones pasajeras (Heerenveen, Vitesse o Real Sociedad) hasta que en enero de 2021 llegó, también cedido, al Arsenal. Su rendimiento con los 'gunners' fue colosal, y estos hicieron un esfuerzo de 35 millones de euros para fichar al mediapunta que hoy, a los 25 años, tiene un valor de mercado de 110 millones.
En su momento, fue Zidane (en dos etapas) quien no confió en el noruego. Tenía la mejor versión de Modric en la mediapunta, sin duda, pero de haber entregado minutos de calidad a Odegaard quizás el croata habría encontrado un relevo dentro del club y no sería hoy una pieza casi fundamental a sus 39 años… En cierta forma, 'Zizou' y 'Carletto' tienen un libreto similar, ya sea por la exigencia propia del Madrid o por sus respectivas escuelas y formas de pensar: no quieren 'hacer' jugadores, sino que los quieren ya 'hechos'.
Mientras eso sucede, rumores apuntan a que el Madrid ya busca una cesión. Van apareciendo nombres sobre la mesa: del Getafe a la Real Sociedad pasando por otros en el extranjero (Dortmund, Brighton, etcétera). De su evolución dependerá que Güler explote en estrella y que esa parte crítica del madridismo se quite de encima la sensación de que se le fichó (20 millones al Fenerbahçe) para quitárselo al Barça, que estaba detrás de la operación. Porque para «hacer» a un jugador, por muy obvio que suene, necesita jugar.