En un esprint agónico y muy disputado, apareció como por arte de magia el neerlandés Olav Kooij (Visma Lease a Bike) para apuntarse la novena etapa del Giro, disputada con un recorrido de 214 kilómetros entre Avezzano y Nápoles.
Parecía que el ecuatoriano Jonathan Narváez (Ineos) iba a llegar escapado a meta con escaso margen, pero en un final muy alborotado se presentaron los velocistas para gestionar la victoria.
El mejor de todos, el más veloz, fue el joven de 22 años Olav Kooij, quien dejó con la miel en los labios al italiano Jonathan Milan (Lidl) y al colombiano Sebastiàn Molano (UAE), éste último lanzado por el mismísimo Tadej Pogacar.
Kooij firmó su quinta victoria de la temporada y la número 33 de su palmarés con un tiempo de 4h.44.33, a una media de 44.9 km/h. En el grupo entraron los hombres de la general, con Pogacar de rosa y "currando" para su velocista con poderío.
Pogacar, en la función de lanzador
El esloveno mantuvo las diferencias en la jornada previa al descanso: 2.40 minutos con el colombiano Daniel Felipe Martínez (Bora) y 2.58 respecto al británico Geraint Thomas (Ineos). El primer español es Juanpe López, decimonoveno a 9.41.
"No soy un lanzador, era un final difícil. Molano lo hizo bien, trabaja para mí y esta vez se merecía que le ayudara. Ayudé a mi amigo para luchar por la victoria. Ahora a descansar con una ventaja importante", dijo el líder en meta.
Etapa para fuga o esprint, con una sola dificultad, el Monte di Procida (4a, 4,1 km al 3%). Se animaron a probar suerte y desafiar a la lógica dos hombres del Polti Kometa, equipo inquieto donde los haya. Salieron del pelotón Mirco Maestri y Andrea Pietrobon, un escapista habitual.
Una de esas iniciativas sin futuro alguno, pero rentable para el patrocinador del equipo por aquello de las imágenes en televisión, y además que justifica la invitación del Polti al Giro. Si van, es para dejarse ver. Qué menos.
El dúo italiano superó el Monte di Procida (4a,4.1 km al 3%) aún con 45 segundos de renta, menguando en fuerza y ventaja. En el pelotón ya se habían descolgado varios esprínteres, como Merlier, algo tocado por una caída en la víspera y Jakobsen.
Restaban un par de cotas no puntuables, disuasorias para los velocistas, propicias para las emboscadas, y nada fáciles, ambas de 2 km al 5 por ciento. Final con sustancia, sobre todo para aquellos que quisieran alterar el orden.
Alaphilippe trata de reventar la etapa
Se animó Alaphilippe, se le juntaron Askey, Vermaerke y Conci, todos se unieron a la fuga y la etapa entró en una dimensión interesante, pendiente de los repechos. En el primero se fue el doble campeón del Mundo francés con su joven compatriota de 21 años Costiou, un ataque de coraje que fue reducido por un pelotón que olía el esprint.
"Alaph" fue atrapado a 7,5 por Jhonatan Narváez, maniobra pensada para evitar la llegada masiva. Apretó los dientes con apenas 6 segundos de ventaja. Empresa complicada a 3 km de la meta napolitana para el campeón ecuatoriano.
Kooij deja con las ganas a Milan y Molano
Lo intentó Narváez, ganador de la primera etapa. El campeón ecuatoriano y Panamericano se dejó el alma por el doblete, a 1,6 de meta tenía 12 segundos de ventaja. Se presentó en la recta napolitana con escasos 50 metros de adelanto, la gloria la tenía de nuevo al alcance de la mano.
Pero la jauría llegaba desatada, concluso con Pogacar de rosa lanzando a Molano, sin complejo alguno y con algún riesgo. Los líderes no se suelen meter en esos menesteres. El impulso del esloveno terminó de arruinar a Narváez.
A 25 metros de la línea la ruina para el ecuatoriano. Milan apareció enorme dispuesto a comerse la línea de meta, era la imagen del triunfo, pero Olav Kooij demostró que es uno de los esprínteres del momento en el ciclismo mundial. La alegría y la decepción se dieron la mano en Nápoles, con el Vesubio de testigo. El esprint fue toda una erupción de locura.
Este lunes el Giro disfrutará de la primera jornada de descanso, para volver el martes con la décima etapa, entre Pompeya y Cusano Mutri, de 142 km.