«Mami, la amo, voy a morir». Es el desgarrador audio que envió a su madre una de las víctimas del incendio de La Fonda Milagros, el local de la zona de Las Atalayas de Murcia en el que ayer perdieron la vida al menos 13 personas, cifra que según las autoridades podría aumentar conforme avancen las labores de rescate.
Desconsolado, y a las puertas del Palacio de Deportes de Murcia, donde el Ayuntamiento instaló el operativo de asistencia a las familias de los fallecidos, el padre de una joven ecuatoriana de 28 años puso a los periodistas el audio que su hija envió a la familia, apenas unos segundos entrecortados en los que se despidió de ellos.
«Es mi hija y no he vuelto a saber nada de ella. Tampoco de su novio», un chico de su misma nacionalidad con el que viajó a Murcia desde Caravaca de la Cruz, donde residen, en compañía de unos amigos para pasar la noche, según explicó Jairo, el padre.
Era la segunda vez que acudían a la ciudad de fiesta porque en Caravaca «no hay discotecas y ayer lo hicieron en el coche de un amigo que no bebe, y ahí sigue aparcado», narró el hombre con la mirada puesta en el área de estacionamiento del propio Palacio de Deportes, a escasa distancia de la zona en la que tuvo lugar la tragedia cuando, alrededor de las seis de la mañana, se inició un devastador incendio que afectó al citado local, a la discoteca Teatre y a otro contiguo.
Tras recordar los gritos de auxilio de su hija y las indicaciones sobre la falta de luz en el lugar destruido por las llamas, cuya estructura colapsó hacia dentro, el padre comentó que desconocía el sitio exacto en el que estaba su hija y que ningún otro miembro del grupo de amigos se ha puesto en contacto con sus familias.
De hecho, junto a él aguardaban alguna noticia otras dos madres procedentes de Caravaca de la Cruz, así como jóvenes supervivientes de la tragedia que habían recibido asistencia psicológica de los técnicos movilizados. En silencio, bajo un sol asfixiante y pegados al móvil ante la falta de novedades de las autoridades, decenas de personas hacían guardia a la espera de confirmar los peores presagios.
Darwin, también vecino de la capital murciana, acudió cerca del mediodía al Palacio de Deportes para recabar información sobre una amiga de su mujer dada por desaparecida, de 46 años, y a su salida explicó conmovido que había coincidido con un compañero de trabajo que había perdido a su hijo, de algo más de 30 años.
Este fallecido formaba parte del numeroso grupo de amigos que celebraba un cumpleaños en La Fonda Milagros y que se vieron sorprendidos por el fuego que afectó a la parte de arriba del local. «Es horrible, aún no se sabe nada y podría habernos pasado a cualquiera de quienes tenemos hijos en edad de salir de noche. Mis hijos, afortunadamente, se quedaron anoche en casa», comentó entre lágrimas.