"Se llamaba Juan y tenía la costumbre de salir a tocar la xirula los días de niebla y al anochecer para guiar con su sonido a los posibles caminantes que atravesaban a pie el Pirineo. Por este motivo a su borda se le sigue llamando hoy Venta de Juan Pito".
Una venta de 1820 en una zona de montaña a 1.200 metros de altitud donde la niebla alcanza y complica el paso a sus visitantes.
En la actualidad, sigue siendo una parada imprescindible para comer y resguardarse del frío. Y aunque el tiempo ha pasado se siguen manteniendo las tradiciones con las migas de pastor, las costillas y chuletas de cordero, el jarrete, los postres y los quesos de la zona.
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La venta de Juan Pito, una leyenda viva en el Pirineo
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