La tradicional procesión en honor a San Fermín ha congregado en Pamplona este domingo, 7 de julio, día grande de las fiestas de la ciudad, a miles de pamploneses vestidos de blanco y rojo que han llenado las calles para arropar al santo a su paso por el casco viejo de la ciudad.
La figura de San Fermín ha estado arropada por la Comparsa de Gigantes y cabezudos, las cruces parroquiales de San Francisco Javier, San Miguel, San Agustín, San Lorenzo, San Nicolás, San Cernin y San Juan, la Cruz Arzobispal, los gremios y cofradías (Hermandad de la Pasión, Congregación mariana, Hermandad de labradores y carpinteros), dantzaris municipales, txistularis, clarinero y timbales, el cabildo catedralicio, el Arzobispo de Pamplona, la bandera de la ciudad, maceros, libreas, la Corporación municipal, Policía Municipal vestida de gala y La Pamplonesa, en ese orden.
A las 10 horas, la Corporación municipal, vestida de gala y encabezada por el alcalde, Joseba Asiron, ha salido de la Casa Consistorial para recoger al Cabildo de la Catedral, y a continuación desfilar hacia la iglesia de San Lorenzo. Desde allí, el santo ha salido en procesión por las calles de la parte vieja de la ciudad entre los aplausos de los pamploneses.
Pamplona arropa a su glorioso San Fermín - Foto: Villar LópezA la altura de la calle San Antón, la coral Canta et Yanta ha dedicado una jota al santo. La comitiva ha avanzado hacia la plaza del Consejo, donde ha tenido lugar el primer 'momentico': la jota 'Al Glorioso San Fermín' interpretada por la Coral Santiago de la Txantrea, para continuar, pasadas las 11.28 horas, por calle Zapatería, Calceteros, Mercaderes, Plaza Consistorial y San Saturnino.
En el Pocico de San Cernin ha tenido lugar el segundo 'momentico', y ya en la calle Mayor la cofradía de San Saturnino ha dedicado una pieza musical al santo, que durante el resto del recorrido ha seguido recibiendo más cánticos y el lanzamiento de pétalos de rosa.
Hacia las 12.20 horas, la figura del santo ha regresado a la parroquia de San Lorenzo. Allí, a partir de las 12.40 horas, se ha celebrado la misa en honor a San Fermín, oficiada por el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló, y el Cabildo Catedralicio, y en la que han participado también la Capilla de Música de la Catedral, el Orfeón Pamplonés y la Orquesta Sinfónica de Navarra.
Pamplona arropa a San FermínDurante la homilía, el arzobispo Florencio Roselló ha destacado que en San Fermín "hay fe, hay devoción, hay oración y hay esperanza, pero también hay mucho ruido". A su juicio, esto conlleva el riesgo de que "apague el auténtico sentido de San Fermín: la fe, la devoción a un santo, a un santo que ha marcado esta ciudad, a un santo que ha marcado a mucha gente".
Por otro lado, ha remarcado que San Fermín era "predicador, testigo, anunciador y al final mártir". Tras destacar la "calidad de misionero y extranjero" del santo, ha considerado que "encarna la figura del migrante que deja su tierra para buscar nuevas oportunidades". En este sentido, ha destacado que "Navarra es tierra de muchos misioneros", unos 500, "y en tiempos hubo hasta 1.000". "San Fermín nos invita a ser acogedores, no solo en nuestras fiestas, que lo somos", ha dicho.
Entre otros aspectos, Roselló ha subrayado que San Fermín fue un "predicador valiente", además de "mártir por la fe" y "buen pastor". "Pido a San Fermín que me ayude a ser buen obispo, buen pastor, pero sobre todo me ayude a ser servidor de todos, también de los que no creen, de los que no tienen fe. Ser servidor de los pobres como San Fermín", ha afirmado.
Tras apuntar que en la iglesia "cabemos todos", ha subrayado que "me gustaría que, igual que San Fermín abrió las puertas de la iglesia de Amiens a los no creyentes, que abramos también las puertas de nuestra iglesia de Pamplona y Navarra". "Seamos puertas abiertas, agradables y de esperanza. En esta iglesia hay espacio para todos, para los que estamos aquí y para los que no han venido. Que seamos acogedores y tengamos las puertas de nuestro corazón y de la Iglesia abiertas para todos", ha apuntado.
Según ha añadido, "a veces tenemos el peligro de convertirnos en jueces y dictamos sentencias, decimos quién puede estar y quién no puede estar en nuestra Iglesia. El Papa nos habla de puertas abiertas, sin juicios, sin distinción", ha dicho.