El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha denunciado una "instrumentalización inaceptable" de la muerte del adolescente Nahel, abatido por un policía el martes en Nanterre, y ha abogado por seguir trabajando para contener la ola de disturbios generada a partir de este incidente, con una alusión específica a la "responsabilidad" de los padres.
"Está claro que el contexto deriva de grupos organizados, violentos y equipados (...), pero también de muchos jóvenes", ha dicho Macron, que ha asegurado que un tercio de las personas detenidas el jueves por la noche corresponden a este segundo grupo -"a veces son muy jóvenes", ha apuntado-. "Es responsabilidad de los padres que se queden en casa", ha añadido el mandatario al término de una reunión interministerial convocada de urgencia.
También ha cuestionado el papel de las próximas horas, prometiendo que "en las próximas horas" se requerirá a retirada de "los contenidos más sensibles" y pidiendo la identificación de quienes utilizan estas redes "para llamar al desorden o exacerbar la violencia" que afecta a distintas ciudades de Francia desde la muerte el martes de Nahel, que recibió un disparo en un control policial.
El Ministerio del Interior, que ha confirmado 875 detenciones en la última jornada de protestas, prevé destinar "medios adicionales" para contener los disturbios, según Macron, que ha anunciado además la anulación de eventos en las zonas que puedan ser consideradas "más sensibles". La Policía de Marsella ya ha anulado las protestas que puedan convocarse este viernes por la noche.
El presidente no ha aludido sin embargo a la posible declaración del estado de emergencia, como le reclama la oposición conservadora, pese a que la primera ministra, Élisabeth Borne, había planteado horas antes que "todas las hipótesis" están abiertas tras ser interrogada específicamente sobre esta cuestión.
Macron ha condenado "con la máxima firmeza" a quienes, a su juicio, quieren "utilizar" el momento para "crear desórdenes y atacar a las instituciones". Así, considera que las dos últimas noches Francia ha vivido situaciones que son "absolutamente inaceptables e injustificables".
París rechaza las acusaciones de la ONU
Además, Francia rechazó este viernes los reproches de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, que le reclamó abordar seriamente "los profundos problemas de racismo y discriminación de sus fuerzas del orden" y negó que esos comportamientos sean generalizados.
"Francia y sus fuerzas del orden luchan con determinación contra el racismo y contra todas las formas de discriminación. No hay duda posible sobre ese compromiso", subrayó el Ministerio de Exteriores en un comunicado.
El Ministerio señaló que "cualquier acusación de racismo o de discriminación sistemática por las fuerzas del orden en Francia carece de todo fundamento".
El último examen periódico de la ONU al que se sometió Francia -añadió- permitió demostrarlo.
El departamento de Exteriores hizo hincapié en que sus fuerzas del orden "afrontan con un gran profesionalismo situaciones y actos de una violencia extrema y están al servicio del derecho de los franceses a utilizar pacíficamente el espacio público también para expresar sus opiniones".
Y precisó que el recurso a la fuerza viene regido por los principios de "absoluta necesidad" y de "proporcionalidad", "estrictamente regulado y controlado".
También indicó que en estos últimos días 249 agentes han resultado heridos en los dispositivos para tratar de evitar los disturbios.
En una rueda de prensa celebrada en Ginebra esta mañana, la portavoz de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani pidió a los policías franceses que el recurso a la fuerza se haga respetando los principios de legalidad, necesidad, proporcionalidad, no discriminación, precaución y rendición de cuentas.
Del mismo modo, instó a las autoridades francesas a que investiguen con celeridad cualquier uso indiscriminado de la fuerza.
En el pasado, el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial ya expresó su preocupación por los comportamientos racistas de los agentes del orden franceses durante los controles policiales de identidad.