Los agricultores europeos llevan meses saliendo a las calle para pedir, entre otras cosas, que se establezcan cláusulas espejo que se apliquen a los productos que llegan de fuera de la UE. Es decir, que no se pueda importar nada que no haya sido producido bajo los mismos estándares que Bruselas exige a los agricultores y ganaderos comunitarios. En este sentido, una suerte de cláusula espejo va a empezar a funcionar a partir del 1 de enero, solo que en este caso puede hacerle un flaco favor al sector primario. Se trata de la normativa europea antideforestación, que para los fabricantes de pienso españoles supone una «amenaza muy seria» para sus intereses económicos al establecer unos requisitos que son «muy difíciles, sino imposibles» de cumplir.
Jorge de Saja, director general de la patronal de fabricantes de piensos (Cesfac), ha explicado que en virtud de esta norma se obligará a que los vendedores de productos a la Unión Europea certifiquen que sus bienes no proceden de tierras deforestadas ni han provocado degradación forestal. En el caso de los piensos, el foco está puesto en la producción de soja en América, ya que es un insumo muy importante en la formulación de los alimentos para animales, según ha recordado. Hay que destacar que en la UE no se deforesta para cultivar, por lo que es lógico que no dejen entrar materias primas obtenidas tras talar bosques; sin embargo, tampoco se permite cultivar transgénicos pero no se ponen pegas para que entren este tipo de productos.
De Saja se ha quejado de que la normativa recoge términos «tremendamente complicados» (incluso la propia definición de qué es deforestación) y hay países productores de soja que, por el momento, se niegan a cumplir los requisitos europeos. La situación es de mucha incertidumbre, hasta el punto de que los comerciantes internacionales «no están dando cotizaciones sobre esas materias primas más allá del 31 de diciembre» porque «teóricamente» es cuando entra en vigor esta normativa que les «penaliza enormemente».
No obstante, en la práctica, el director general de Cesfac confía en una prórroga porque hay Estados miembros y cargos comunitarios, entre ellos el comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, que abogan por ese aplazamiento para un mejor estudio y «ver si se puede adaptar a la realidad». De lo contrario y si la norma entra en vigor en el arranque de 2025, se complicará el acceso a materias primas, en especial la soja, sin descartar «situaciones desastrosas».
Los precios. La evolución en el precio de las materias primas es otro de los asuntos de relevancia para el sector, especialmente las cotizaciones de los cereales y la soja por ser la principal factura en insumos que afrontan los fabricantes. De hecho, todas las categorías de piensos han bajado sus precios en el último año según un informe de marzo del Ministerio de Agricultura. Por eso, De Saja habla de unos precios que «están bien» gracias a las buenas expectativas de cosecha y augura que seguirán mientras el coste de las materias primas siga en esa tónica.
Un comportamiento distinto está teniendo el precio de los «microingredientes», es decir, las vitaminas y aminoácidos utilizados en la formulación de los piensos y que se compran principalmente a China. Y aunque el gasto en estos componentes no es tan relevante (ronda el 6% del precio del pienso), la guerra de Israel en Gaza y sus derivadas, que han afectado al tránsito comercial por el Mar Rojo (canal de Suez), han impactado en el abastecimiento de estos microingredientes a España al tener que hacer un recorrido por otra ruta más larga y costosa. Esa situación, unida a «cierto efecto especulativo», ha provocado ese encarecimiento de esos insumos. Por lo demás, el coste de la energía está «más bajo ahora que hace un año» y aunque los costes laborales «van subiendo» es algo que les afecta «en menor medida».
En cuanto a la invasión rusa de Ucrania, que afectó en su día principalmente a la llegada de maíz desde ese país, ya no supone un quebradero de cabeza para los fabricantes de pienso porque «han aprendido a convivir» con ello y, de todas formas, no hay problemas de suministro a corto y medio plazo. A pesar de que hay algunos problemas con la calidad del maíz que llega ahora de Ucrania, éstos están siendo solventados con producto brasileño, país que cuenta con buena cosecha.
En ese sentido, De Saja ha valorado la capacidad de los fabricantes para buscar alternativas de suministro en función de las necesidades: es un sector «muy oportunista y resiliente» capaz de sobrevivir «bastante bien». «Más mal que bien, siempre encuentras orígenes alternativos», ha reiterado.
¿Cláusulas espejo?
Por otro lado, respecto a las tractoradas que ha protagonizado el campo desde comienzos de año, De Saja reconoce que hay «simpatía y empatía» hacia los productores, teniendo en cuenta además que «la mayor parte» de los fabricantes de pienso son también ganaderos. Pero hay algunas reivindicaciones «que no podíamos apoyar», en concreto, referentes a la negación de importar materias primas porque «si no, no podemos fabricar pienso, ni alimentar animales». En ese sentido, ha finalizado diciendo que los fabricantes de pienso ven «con interés» el desarrollo de reglas del comercio internacional «más justas» pero «siendo conscientes de que no son temas donde valgan soluciones simples».
De Saja hace referencia a que las posibles cláusulas espejo que se puedan establecer serían una zancadilla para su sector. Una proporción importante de la soja (y otras materias primas) que se importan para fabricar piensos proviene de semillas transgénicas, que en la Unión Europea está prohibido cultivar (salvo insignificantes excepciones). Si se aplicaran ese tipo de medidas, los fabricantes no podrían traer esa soja transgénica y el suministro de piensos para la cabaña ganadera podría verse seriamente afectado, lo cual acarrearía impredecibles consecuencias a una rama productiva de enorme peso en el sector primario y en las exportaciones de nuestro país.