En 2022, Navarra continúa con una subida sostenida del 4,8% del porcentaje de servicios y prestaciones económicas, por encima del incremento del número de personas con discapacidad que fue del 1,1%. Asimismo, la distancia entre las tasas de pobreza de la población sin discapacidad y las de la población con discapacidad "es significativa y favorable para estas últimas".
Estas son las principales conclusiones que se derivan del III Informe sobre la Discapacidad en Navarra, realizado por la recién creada Oficina de Análisis y Prospección, y que continúa la serie de informes realizados al respecto por el Gobierno de Navarra.
Según se recoge en el informe, el dato histórico acumulado del colectivo de personas con valoración de discapacidad igual o superior al 33% se situó a finales de 2022 en 36.167 personas. Esto supone un crecimiento del 0,7%, 402 personas más, resultando inferior al incremento de 2021 que alcanzó el 2,8%. Así, las personas con discapacidad siguen representando al 5,4% de la población navarra.
Los principales servicios y prestaciones han vuelto a aumentar en 2022 un 4,8%, situándose por encima del incremento registrado en 2021 que ascendió al 4,2%. De forma específica, los servicios dirigidos a personas con discapacidad que se incrementaron un 5,2% por encima de las prestaciones económicas que crecieron un 1,7%. Esta subida global "supera ampliamente el 1,1% de incremento en el número de personas con discapacidad", destacad en un comunicado el Gobierno de Navarra.
En este sentido, el Ejecutivo foral ha señalado que, en términos absolutos, el total de las 21.209 ayudas concedidas a las 36.167 personas con discapacidad "no refleja la asistencia real que recibe el colectivo". Esto es así en tanto que, desde el Departamento de Derechos Sociales, por su condición de dependientes, como desde otros entes, públicos o privados, "se proporcionan importantes servicios en forma de ayudas económicas o desgravaciones fiscales".
Con respecto a la dependencia, el estudio realizado pone de manifiesto que "existe una clara relación entre esa situación y la discapacidad". El análisis de la relación entre discapacidad y dependencia indica que el 55,9% de las personas dependientes tiene a su vez reconocida la condición de discapacidad. En coherencia con lo anterior, ocurre a la inversa, registrando en 2022 un 26,8% de personas con discapacidad que tienen a su vez reconocida la condición de dependiente. De este colectivo de personas con discapacidad y dependencia, el 56,7% ostenta un alto grado de discapacidad (igual o superior al 75%).
MENOR TASA DE POBREZA PERO "AISLADO" DEL MERCADO LABORAL
El III Informe sobre la Discapacidad en Navarra continúa el análisis realizado en ejercicios anteriores sobre la relación entre pobreza y discapacidad. En este sentido, el dato más relevante para 2021 (último año con datos disponibles de pobreza) fue que las personas con discapacidad en Navarra "ostentan unas tasas de pobreza menores que las registradas por el resto de la población sin discapacidad".
De forma concreta, existe una situación menos gravosa de pobreza para quien tiene discapacidad frente a quién no presenta esa condición. Las cifras indican que mientras que las personas con discapacidad presentan un 18,8% de riesgo de pobreza, quienes no poseen discapacidad alcanzan el 21,9%. En esa misma línea, las personas con discapacidad registran un 7,5% de pobreza severa, frente al 12% de las que no tienen discapacidad.
No obstante, el Gobierno de Navarra ha resaltado que "se continúan haciendo esfuerzos de forma transversal para la reducción de estas tasas de pobreza ya que su evolución para las personas con discapacidad fue positiva, pero no lo suficiente para recuperar las tasas de 2019, previas a la pandemia". Concretamente la población sin discapacidad tuvo en 2021 unas tasas de riesgo de pobreza y de pobreza severa ligeramente inferiores a las de 2019, 2 y 1 décima respectivamente. En cambio, la población con discapacidad no mejoró los datos de 2019, ya que sus tasas fueron 5 décimas (18,8 frente a 18,3) y 6 décimas superiores (7,5 frente a 6,9).
En cuanto al análisis de la discapacidad y el empleo, el informe concluye que el colectivo de personas con discapacidad "sigue estando en gran medida aislado de los procesos de inserción en el mercado laboral". Esta situación se refleja en tanto que el porcentaje que suponen las personas con discapacidad en relación a la afiliación es del 1,36%, mientras que en la contratación es del 1,19%. En ambos casos la cifra se encuentra muy por debajo del porcentaje que suponen respecto a la población en edad de trabajar.
RADIOGRAFÍA DEL COLECTIVO
Analizando datos concretos del perfil poblacional, tanto la distribución de las personas con discapacidad en los diferentes grados como según el tipo de discapacidad permanecen prácticamente invariables a lo largo del tiempo. Así, el rango 33%-44% supone el predominante, pues representa el 41% del total desde 2015; a su vez, las discapacidades de tipo físico representan a 7 de cada 10 personas, alcanzando un 69,3%.
En relación al género y la edad, la estructura demográfica de las personas con discapacidad reconocida muestra una población con varias características.
Por una parte, se trata de un colectivo masculinizado que alcanza el 53,3% del total y una población madura. Sin embargo, existe una tendencia al alza por parte de las mujeres; que cada año suponen un porcentaje mayor.
Por otro lado, respecto a la distribución por edad, la discapacidad se concentra a partir de los 40 años en el 85% de los casos, siendo el grupo más frecuente el de 60 a 79 años que registró en 2022 un 36,6%.
Para finalizar, con relación a la distribución geográfica, las tasas de discapacidad según Servicios Sociales de Base muestran que Pamplona y Burlada ostentan la mayor incidencia, registrando un 6,5% y 6,3% respectivamente. En el polo opuesto, las menores tasas de discapacidad según SSB se encuentran en Ayegui con un 2,3% e Isaba con un 2,9%.
En este sentido, según se detalla en el informe la causalidad para explicar la incidencia de la discapacidad según los SSB "no es sencilla". Aun así, se puede apuntar que las poblaciones "marcadamente jóvenes" suelen conllevar tasas bajas y que una mayor brecha de la tasa masculina respecto a la femenina suele comportar tasas más altas.