Los problemas con los vuelos, tanto nacionales como al extranjero, han sido los más habituales relacionados con las vacaciones. Muchas personas han acudido a Irache porque su vuelo se canceló o salió con retraso de más de tres horas y quieren saber si pueden pedir algo.
Son numerosos los casos en los que se han conseguido las compensaciones de entre 250 y 600 euros por pasajero que señala el reglamento europeo.
Retrasos y cancelaciones, las principales quejas de verano
En ocasiones, estos retrasos o cancelaciones han supuesto costes añadidos, por ejemplo, la pérdida de noches de hotel, billetes de tren o autobús, perder días de trabajo o el día de más que ha pasado el coche en el parking del aeropuerto.
En algún caso, la cancelación del vuelo ha provocado la pérdida de más de 1.500 euros en alojamiento y entradas para partidos de fútbol de la Eurocopa a los que finalmente no pudieron asistir. Al reclamar, en ocasiones se consigue la compensación de estos gastos, pero otras veces la compañía aérea alega que estos estaban cubiertos con la compensación ya pagada.
Otras veces los problemas se han dado en viajes organizados. Una persona ya había planeado desde enero las vacaciones familiares y había reservado el viaje a Marruecos, que costaba 1.200 euros. A falta de diez días para que comenzase, les llamaron para informarles que por el encarecimiento de combustibles y otros conceptos el precio había subido 220 euros.
Sorprendida, prefirió pagar antes de perder el viaje. Al volver, desde Irache se solicitó la aplicación del precio original, puesto que la modificación de precio no estaba justificada ni se había comunicado con la antelación necesaria Tras esta comunicación, la organizadora devolvió los 220 euros de encarecimiento..
También se han dado retrasos en trenes o ferry, pero han sido menos numerosos. Según relata Irache, a una persona le devolvieron los gastos de gestión del viaje en autobús a una localidad cercana, que superaban los siete euros, cuando el propio billete solo había costado seis.
Más allá de los retrasos, ha habido problemas con los equipajes. Muchos de ellos han sido porque la maleta no ha llegado al aeropuerto o ha llegado dañada. También se han dado quejas por pagos imprevistos. En muchos casos, han sido por maletas que habían sido pagadas por el pasajero como maleta de mano, pero en el aeropuerto les han dicho que éstas no cumplían las dimensiones o el peso estipulado y tenían que facturarlas y pagar por ello, desde veinte hasta setenta euros en algún caso.
Además del transporte, ha habido problemas en el alojamiento. Ha habido quejas por la calidad del hotel, con cambios de habitación incluidos, o porque el apartamento no era lo que se había prometido: más pequeño, más lejano a la playa, el aire acondicionado no funciona, entre otros.
También ha habido desencuentros por daños causados por los inquilinos, que el propietario ha cobrado, a juicio de estos, de forma desproporcionada: es el caso de un grupo de amigos que desencajaron una puerta vieja de una casa rural y la propietaria les está exigiendo más de dos mil euros por su reparación.