Osasuna buscaba su tercera victoria consecutiva tras los triunfos ante Girona y Valladolid. El equipo navarro afrontaba el partido con la baja de Jon Moncayola, por lo que Pablo Ibáñez fue quien ocupó su lugar en el once titular. El resto de futbolistas eran los previsibles ante un Sevilla en horas bajas, que busca en el retorno de Caparros la tranquilidad que parece no encontrar. Lo que no se encontraron fueron espacios, pues los dos conjuntos ofrecieron desde un inicio un duelo apretado en la medular. Apenas había ocasiones de gol y aunque era el cuadro andaluz quien más balón tenía, tampoco gozaban de profundidad.
Así, tuvo que ser una acción a balón parado, en el minuto 24, cuando Rubén García anotó todo un golazo. Fue magistral el golpeo del futbolista valenciano, que anotó de falta directa con un envío desde el pico del área grande. Ese balón fue directo a la escuadra, sin que el portero del Sevilla tuviese tiempo de reacción. Un gran gol que desatascó el partido, aunque tampoco serían muchas las ocasiones que se verían a continuación. Sin embargo, lo noticiable iba a estar en la actuación arbitral, pues en el minuto 34 Lukébakio era expulsado con roja directa, dejando al Sevilla con un jugador menos. El colegiado interpretó agresión en un braceo del mediocampista sevillista y dejó a los visitantes con un jugador menos. Luego sería Pablo Ibáñez el que vería la roja directa, pero en este caso el VAR llamó a Cordero Vega para hacerle ver el error cometido. Las imágenes en revisión demostraron que la falta del canterano no fue merecedora de tarjeta roja, sino de amarilla. Osasuna se salvó de una expulsión y llegó al descanso con la ventaja en el marcador y en el número de efectivos.
Al paso por vestuarios Vicente Moreno retiró tanto a Pablo Ibáñez como a Catena, dando entrada a Bryan Zaragoza y a Iker Muñoz. Osasuna buscaba tener balón y gozó de él, pero no tuvo profundidad como para buscar el segundo gol. Solo en acciones aisladas, como dos remates de Bryan, los rojillos intimidaron a los de Caparrós. Por su parte, el equipo sevillista dispuso de tres peligrosos saques de esquina en los que, a pesar de la inferioridad numérica, gozó de claros remates. En el último de ellos fue Sergio Herrera quien salvó a los pamploneses.
Hubo que sufrir en el tramo final, ya una tónica que se repite en El Sadar. Por suerte en esta ocasión el marcador no se movió y Osasuna acabó sumando tres puntos más que dejan más que asegurada la permanencia y meten de cabeza al equipo en la lucha por Europa.