El italiano Fabio Aru (Astana) se proclamó ayer en Madrid vencedor de la edición número 70 de la Vuelta a España con el español Joaquím ‘Purito’ Rodríguez (Katusha) y el polaco Rafal Majka (Tinkoff-Saxo) en el podio final, en la vigesimoprimera y última etapa disputada entre Alcalá de Henares y la capital, sobre 98,8 kilómetros, que se adjudicó al sprint el alemán John Degenkolb (Giant).
El corredor de Cerdeña, muy constante y con la espina clavada del Giro de Italia, se vio beneficiado por la solidaridad de su formación, el Astana, que, encabezado por el español Mikel Landa, tumbó en la penúltima etapa a Tom Dumoulin (Giant) en la Morcuera para alcanzar el maillot rojo.
Su pelea con el holandés, que ‘murió en la orilla’, le convierte en uno de los nuevos grandes del ciclismo. Sobrevivió a la crono individual de Burgos, la especialidad de su rival, y esperó su oportunidad en la montaña, donde atacó para ponerse al mando.
El honor de triunfar en la última jornada correspondió a un Degenkolb que tuvo que esperar hasta el final para saborear la victoria. El germano dio, además, un pequeño consuelo a su equipo, que preparó perfectamente el sprint, después de que Domoulin se quedara sin opciones en la general. Degenkolb se impuso por delante del holandés Danny Van Poppel (Trek) y el luxemburgués Jempy Drucker (BMC).
Además, Alejandro Valverde (Movistar) también subió al podio después de arrebatar el jersey verde de líder de la clasificación por puntos a ‘Purito’ Rodríguez al ganar en el sprint intermedio de Cibeles. Sin embargo, no fue el único español que posó desde lo más alto, ya que Omar Fraile (Caja Rural) se llevó el maillot de lunares que distingue al mejor escalador.
Pero el gran triunfador fue Aru. Es la primera ‘grande’ que conquista el transalpino, que tiene al español Alberto Contador (Tinkoff-Saxo) como un referente por su valentía. Sus mejores resultados llegaron precisamente en su país, en el Giro, con los podios de 2014 (tercero) y 2015 (segundo). Un año después, pasa del quinto puesto en su primera participación a ser el campeón de la Vuelta.
Quintana, ambicioso. Mientras tanto, el colombiano Nairo Quintana (Movistar), que llegó con la aspiración de resarcirse del segundo puesto en el Tour de Francia y batir al británico Chris Froome, se fue de vacío debido a una inoportuna enfermedad que le minó las fuerzas.
El sudamericano se bajó de la pelea en Andorra, en la etapa más dura de la Historia de la ronda según los corredores. La fiebre y las diarreas jugaron en su contra y, desde entonces, se obcecó con acabar subido al cajón. No lo consiguió, aunque dejó muestra de los quilates que tiene como ciclista.
Respecto al colectivo, la formación telefónica sumó un nuevo éxito personal al ser el mejor equipo en la general, por delante del Sky y del Katusha, repitiendo el mismo triunfo que en la ronda gala.
Si Aru y Dumoulin pusieron la emoción y Quintana la ambición, fue el italiano Vincenzo Nibali el que trajo la deshonra. ‘El Tiburón’ fue expulsado debido a maniobras antideportivas. Se cayó, quedó cortado y decidió recuperar los metros perdidos agarrado a su coche de equipo.
Por otros motivos bien diferentes, tampoco acabó Chris Froome. Llegó con las fuerzas justas tras arrollar en el Tour y se despidió tras caerse en Andorra, lo que le provocó una fractura en un pie.
Fue la edición de las caídas, o mejor dicho, la de los atropellos. El más perjudicado, el Tinkoff-Saxo, que llegó a amenazar con demandar a la organización si no se cumplían los requisitos de seguridad. Una moto se llevó al eslovaco Peter Sagan en la octava etapa. No fue la única, ya que, tres días después, el portugués Sérgio Paulinho fue golpeado por una moto.