La ausencia de un trabajador de su puesto cuando estaba prevista su presencia es un fenómeno en auge, que superó en 2024 los máximos alcanzados durante la pandemia. España se sitúa a la cabeza en absentismo laboral por incapacidad temporal en Europa, con un coste del 1,4 por ciento del PIB.
Esta situación, que responde a múltiples causas, puede ser abordada desde la psicología. Al preguntarse sobre la repercusión del absentismo es preciso afirmar que, en primer lugar, afecta a los trabajadores. Hoy en día, la mayoría de las bajas, especialmente las de larga duración, están relacionadas con la salud mental.
Miles de trabajadores sufren crisis depresivas, estados de ansiedad prolongados, situaciones de estrés permanente. Ellos, sus familias y las personas de su entorno serían las primeras víctimas.
Pero el absentismo también puede repercutir negativamente en los trabajadores que terminan asumiendo el trabajo de sus compañeros ausentes.
En numerosas organizaciones, en las que estamos trabajando para mejorar la Salud Mental de sus trabajadores y reducir los niveles de absentismo, comprobamos como hay bajas que se producen en cadena. Empiezan por uno o varios trabajadores en un área o sector muy concreto, cuyo trabajo termina repercutiendo en sus compañeros, que hacen un gran esfuerzo para asumir sus tareas; pero cuando esta situación se prolonga en el tiempo, esos trabajadores terminan agotándose y las bajas se suceden en cadena.
Está demostrado que cuando los trabajadores se sienten bien emocionalmente y están contentos con su organización, su nivel de productividad y compromiso aumenta significativamente, en la misma medida que reducen sus tasas de absentismo.
Pero los estudios demuestran lo que ya hemos visto en nuestro equipo en el trabajo con diferentes organizaciones, donde muchos trabajadores se quejan de que para sus empresas son meros números, meros instrumentos para conseguir sus objetivos.
Dicen que no se sienten tratados con el respeto y la atención que merecen; comentan que no se les escucha, que a sus superiores no les importan sus opiniones, ni sus aportaciones, que no se interesan por ellos a nivel humano; que les da igual sus circunstancias y sus estados de ánimo.
En el otro extremo, muchos empresarios y directivos sienten que sus trabajadores están poco comprometidos con la organización.
La principal medida sería cuidar la Salud Mental de los empleados. Para ello empezaríamos por facilitar a todos los trabajadores los recursos que desde la psicología de las organizaciones podemos ofrecerles para mejorar su Bienestar Emocional. Sabemos que las personas que están bien emocionalmente, presentan un 56% menos de bajas, en relación a los trabajadores que se sienten desmotivados o sobrepasados por la realidad que viven.
Con los directivos y mandos intermedios habría que desarrollar una formación específica para que consiguieran ser auténticos líderes emocionales y no jefes deficientes, que repercuten negativamente en la salud mental de sus colaboradores.
Habría que trabajar específicamente con ellos la empatía, la gestión de las emociones más negativas, la ansiedad, el estrés y la insatisfacción personal y profesional.
Si queremos reducir el absentismo, las organizaciones deberán cuidar que sus trabajadores sean tratados con la empatía, la sensibilidad y el respeto que merecen.
Necesitamos trabajar una comunicación fluida y transparente, y potenciar estrategias de regulación emocional y autocuidado. Las organizaciones que sean sensibles a este hecho, verán como disminuye el absentismo, a la par que mejora el clima laboral de su empresa.